POESIA MURAL PARA LAS MADRES QUE ILUMINAN
Por José Antonio Gutiérrez Caballero.
ALMA DE GIRASOL
A Sila Luis y Lourdes Cazola.
La Madre es girasol, pues ella vive
el amor que sus hijos le provocan.
La Madre es una luz que nadie toca,
pero en todos los sitios se percibe.
La Madre es girasol, porque nos sigue
con amor, que en su pecho no reposa.
La Madre más que flor, es mariposa
que del día a la Vida nos persigue.
La Madre es un ángel que concibe
el nuevo corazón que nos convoca.
No hay en ella dolor que la fatigue,
ningún rumbo a sus hijos equivoca:
Con tanto sentimiento los exhibe
cual madre universal, y no trastoca
su amor de estela dulce, pues consigue
llevarnos a la luz, donde se invoca
el tierno girasol que en su alma vive.
José Antonio Gutiérrez Caballero.
10 de mayo del 2009
APASIONADOS A SU LUZ
A mi madre, Noelia de la Luz.
A Meugenia y Selene, por existir.
En mi vida otra vez la tengo a ella
esa mujer toda ternura y silencio
esa mujer apenas:
Ella puede cubrir mi desamparo
con una de sus frutas más diversas
con uno de sus granos prodigiosos.
Ella puede
poner mi amor al descubierto
soltarlo como al papalote
(incluso en dirección
contraria al viento
que yo siempre regreso
en un instante regreso)
Por ella tengo voz y corazón
desparramados
sin embargo la deshojo lentamente
la retuerzo con problemas
la voy acallando poco a poco
y no me doy cuenta
y no nos damos cuenta
nosotros –los hijos
que vivimos apasionados a su luz
que estremecemos
los desastres en sus manos
que sabemos de deseos
y nunca de necesidades
justo que nos detengamos
un instante en ellas
porque son retoños
acabados de estrenar en su olor
que enraízan en nosotros
-confundidas-
pues no saben
que diariamente visitan
el pecho y lo adornan
de esa magia que suele
enfurecernos
y hace aprender
que no hay delirio mayor
cuando una madre
corre a besarnos impaciente
porque el día de hoy
festeja sus engendros
y tiene la primavera entre sus manos.
27 de septiembre de 1979
VUELTA DE LA ALONDRA
A mi abuela Beatriz, desde lo alto.
A Otilia, otra razón para quedarnos.
Mamá
abuela vino con su alondra
calle esa voz -por dios- y déjeme seguirla.
Hoy sueño que despierto entre sus hilos
hoy sueño que despierto
y no logro subirme a los árboles
y no quiero caerme
yo quisiera volar
donde ella-vuela.
Deje que le haga el cuento de crecer
cuando era un simple duende
listo a decapitar disfraces con mi nombre
y ella adivinaba siempre el mío…
Lo recuerda Mamá?
Ella ganó mis dominios
con sólo descubrirme.
Yo fui su duende Mamá
y ella mi alondra:
fui quien garabateó
su cara en la pared
para acordarse
y hasta casi volar
donde ella-vuela:
Beatriz era mi alondra
una niña incapaz
de hacerse grande:
una niña que vuela.
Perdóneme Mamá
no quise matarle su palabra.
Para usted soy un niño que saluda
y el porvenir aplaude.
Con ella goberné
flotillas y hasta a un viaje
me lancé el domingo:
fue su arca de nuevo
la que me hizo volver a mi paisaje.
Lo recuerda Mamá?
Ya sé que basta una razón
y todo cae Mamá:
vuela en mis ojos el castillo de naipes.
Pero qué adusto jinete
abuela me soñaba
mientras yo iba diciendo:
¡Ah vuela!
Su eco era vivir para lanzarme
verme crecer desde su carpa
donde era un niño
con ganas de alcanzar
la copa de los árboles:
En ella estoy ya ve
qué lindo es todo desde abajo.
Es extraño Mamá
abuela vino como alondra:
hoy vi una niña alada
y me dije: ¡Ah vuela!
Lo recuerdo Mamá
aunque no lo quisiera.
Otra vez tengo miedo
de que el tiempo acabe
en este viaje
cual torpe travesía
por todas las mareas
de este suelo.
Hoy Beatriz me llamaba
y mi alondra era ella
mirándome por dentro.
Entonces me consuelo
pues aunque tengo sueño
con ella me desvelo
a pesar de los miedos
pero no armo revuelo:
Ya no intento Mamá
ya no quiero subirme a los árboles
ni alcanzar las estrellas
de las que un día fui dueño
por poco o mucho tiempo.
Ya no llegan alondras
pero extraño su vuelo.
Perdóneme Mamá
que diga lo que siento:
soy un niño que mira
pero no siempre veo.
Deje que yo me duerma
tranquilo con sus besos
y que la mire adentro
del alma hasta los huesos
pues puede que mañana
o en este escaso tiempo
seamos dos alondras
volando a ras de suelo.
8 de mayo de 1978
Este mosaico poético es un breve espacio de homenaje a las madres que iluminan con tan sólo existir entre nosotros, y se ha compuesto a partir de un soneto con estrambote y otros dos poemas escritos en verso libre asonantado, para conmemorar el día de mis madres espirituales, por quienes mi corazón es más que un cielo florecido de estrellas acabaditas de parir, de ésas que crecen en todas ellas y me catapultan al amor infinito universal. Hago recuento tierno y apretado, empezando por mi humilde madre Noelia de la Luz Rodríguez-Caballero, junto a mis abuelas Beatriz Caballero y Otilia Núñez; mi hermana Esperanza Caridad Gutiérrez, mi eterna mujer novia María Eugenia García Gonce y su madre Selene Gonce, mis tías Esperanza Gutiérrez Núñez y Marta Rodríguez, con mis primas Soraima y Mercedes Covas, Isabel y Marta Cruz, además de su hija Mabel Martínez y mi cuñada Vivian de Gutiérrez, Mariselis y Lucía, Margarita Bellido de Luna y Alicia Perojo, María Caridad Arteaga y Jacquelinne Teillagorry.
Estas bellas llegan escoltadas por la pléyade de progenitoras célebres dentro de mi entorno, tales como Sila Gutiérrez de Luis, Lourdes Cazola, Isabel Norniella, Celia Souza, Ivette Vian, Velia Sandoval, Marta Ramírez, Mirta Andreu, Yanet Rainery, Magaly Sánchez, Mirta González Gutiérrez, Ismery Tineo, Iris Tocuyo, Moravia Hernández, Clorinda Fuentes, Mirimarit Paradas, Magaly Salazar, Marta de Martínez, Rosalexia Guerra, Margarita Armas, Griselda Navas, Ileana Soto Armas, Luisa Pentón, Vilma Blanco, Dulce Abreu, Ana María Dalmastro, Doris Carrasquillo, Liliam González, Doris Lozada, Mirla González, Nancy López, Felicita Colón, Solvimar Somoza, Carmen Cuéllar, Estrella Hernández, Xiomara Martínez, Wanda Vignoni, Patricia Green, Guillermina Luis, Sandra Hojo, Marta Consuegra y Miriam Acevedo, entre otras que harían esta lista interminable, pero igualmente reconfortante y armoniosa, por cuanto simbolizan la savia reproductora de lo que significa este maravilloso legado de sus vidas para consagrarlas a un mismo y magnífico útero materno universal.
Josan Caballero, Coral Gables, 10 de mayo del 2009.
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