
Por JOSAN CABALLERO.

Mi madre es una guerrera,
y su amor me santifica:
Mi madre nos fortifica,
con su luz de enredadera.
Mi madre es tierna quimera,
amándonos tras su magia:
Su amor es puro y contagia
a sus hijos, con furor:
Regala su alma y valor,
cual si fuera una hemorragia

de primavera a la vida,
si mi madre es corazón
de ternura a diapasón:
Mi madre es una guarida,
que empuja la sobrevida,
pues ella apura mis pasos,
y nos cuida del retraso
de este tiempo, que camina,
sabiendo que contamina,
sin llegar al marcapasos.

Mi madre tiene estampada
la luna llena a su pecho,
si mi madre es un helecho,
cundeamor con mermelada
de estrellas y risa amada:
Mas la contrajo un dolor,
que retuvo su estupor:
Mi madre da su batalla
a la vida: Una medalla
hay que darle por su amor.

Hablo por mi amigo Carlos,
cuya madre es mi segunda
progenitora: Una funda
en mi almohada: Animarlo
es mi motivo; elogiarlo,
por su madre vivaracha,
pues ella es una muchacha,
en cuerpo de una madura
señora, que el alma cura
a la familia, sin tacha.

Doña Clemencia del Valle
es el nombre de mujer,
que tiene esta madre: Ayer,
su corazón nadie calle,
porque ella tiene detalles,
que sólo una madre carga:
Sensible dama, que encarga
su luz, para que sus hijos
sean ejemplos prolijos
de su humanidad más larga.

Clemencia tiene tres hijos,
que son «ramos» de su amor:
Uno es Carlos, seguidor
de su estampa y acertijos:
Karen y Karla, me dijo
mi amigo, son sus hermanas,
dos bellas venezolanas:
Maracuchas, por lo mismo,
del Zulia, y sus aforismos,
con familia campechana.

Clemencia tuvo su amor:
Herrero de pura cepa,
y rumbero, que lo sepa
la gente, en su derredor:
Late en ella gran rumor
de mujer enamorada,
si es Clemencia aventajada,
en las claves de la dicha,
pues distingue una salchicha
de la luna afortunada.

En fin, es Clemencia astuta,
la madre esencia de Carlos,
por eso, voy a invitarlo
a que inventemos la ruta
de traerla, sin disputa,
a Miami, a que se sane,
con su hijo, y que desgrane
su alma ardiente, en la Florida,
para ganar la partida,
por más vida, que se emane.

Clemencia, mujer de mundo,
desabrochando universos:
Es la voz, con quien converso;
Tiempo que emigra a segundos:
Es la mejor rompemundos
de madre, que he conocido:
Eslabón tan merecido
de su familia presente:
Clemencia aviva su mente,
y, por su nostalgia, pido,

regalos, cual embelesos,
de esa guerrera familia,
que la cuida y reconcilia
entre pan, amor y besos:
Si ella amaga los tropiezos,
con sangre de su vigilia:
Clemencia a todos auxilia,
en el Barrio “La Victoria”:
Madre e hija de la gloria,
que jamás su amor exilia.

Este sencillo homenaje
es, sin dudas, por Clemencia
del Valle Ramos: Esencias,
entre dama y su paisaje:
Es la madre, que yo traje,
enamorada, a su hijo,
pues la luna le predijo,
que volaría por ella,
y sembraría su estrella
al norte: Fue un acertijo

de una mujer, en su fe,
trayéndonos evidencias
maternales, con licencias
del alma, que sueña y ve
cómo un amor viaja a pie,
entre los cuerpos benditos,
por una madre, que es hito
de fortaleza y salud,
desembocando un alud
de pureza, con sus mitos.

José Antonio Gutiérrez Caballero

Miami, 30 de mayo del 2022

– 13 de junio del 2022.

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