Archivo de Manicomio para Turistas

UNA VISION QUE ES COSA SERIA

Posted in POEMAS DE CABECERA with tags , , , , , , , , , , on 2 octubre 2018 by josancaballero

Por JOSAN CABALLERO.

(Segunda parte de un poema, 38 años después)

LA EDAD DEL LOCO ES UNA COSA SERIA

Dicen que nunca

segundas partes fueron buenas

mas mi visión podría ser hoy

más que una cosa seria.

A los veinte parecía mucho más

que eso y hasta remontaba

el destino cual un gato fino

que apenas salía del tibor

con sus siete vidas intactas

a punto de estallar en plenitud.

Lo que parecía cosa seria

a los veinte me permitió

renovar mi rama fresca

pues quería sitiar la primavera

pero ella siempre

se salió con la suya

y nos dejaba en medio de la calle

con nuestra ciudad a cuestas.

A fin de cuentas la familia nos bastaba

aunque nunca sobraba cómo armarnos

pero sí para almarnos de una vez

y por todos

con la primavera caminándonos

de la piel a los ojos.

A los veinte por ser

la cosa ya tan seria

me iba enamorando

de las palabras con su música

y las quería acosar entre las ramas

de un árbol que trataba

de encontrar su madurez

en realidad frondosa

dentro del terreno más

baldío del país

con un río reseco

donde no escampaba nunca.

Tenía muchas cosas por decir

pero se agolpaban tanto

que no me dejaban respirar

sino gritar de vez en cuando

mientras el miedo y mi padre

agotaban mis ganas de sobresalir.

Sólo podía improvisar

con algo de otras musas

porque la mía era

verdaderamente otra música

difícil de atraer o interpretar

ante los bullicios de una ciudad tan muda

que mudaba sus consignas

como a sus hijos de memoria.

Lo único bueno que hizo la ciudad

fue guarecernos en el nosotros

para luego dilapidar las conciencias

y las individualidades:

Unas más que otras

pues siempre hubo alguien

que no pensaba ser

más que ninguno

además de la suma de sus partes

pero se negaba a ser uno más

en medio de aquella cosa seria.

A los veintisiete ya no era

la cosa tan seria pero

seguía pintándose como tal.

Bienvenida la edad de la avispa

que era como ir

picando nuestra felicidad

en cualquier parte

hasta sumarnos a la equidad creciente

que nunca nos servía para nada

salvo en señalarnos cual rival.

A los cincuenta y cuatro se hacía la cosa

mucho más seria sin saberlo:

La edad de las flores y del sueño

en medio de aquella pesadilla grupal

nos hizo transitar la vida

a la mitad del tiempo

reconociendo un tanto

el corazón de las cosas

cuando desconocieron

las cosas de nuestro corazón.

Los amores transitaban

mas no eran para uno en singular.

Y eso sí que se hizo

una cosa muy seria

para el menos común de los mortales

que atravesaban sin saber

por la ciudad desmedida.

El viaje no era más corto ni más largo

pero a menudo se hizo intransitable

y mucho más feroz.

El corazón deambulaba

sin estacionarse pues había

puras estaciones de contaminación.

Aún no existían marcapasos

pero teníamos que cuidarnos

de la conjugación

de verbos con saliva

y hasta de la precipitación.

A los cincuenta y nueve la seriedad existe

pero ya no es la gran cosa

sino que se presenta

en estado de suprema locura.

La ciudad es hoy un manicomio

con las puertas abiertas

y permanecemos descubiertos

por múltiples manías:

Los ángeles copulan con

demonios escondidos más allá

del pabellón donde hay insignias

que no caducarán

pues les conviene

asegurarnos su demencia.

La vida se ha vuelto impostergable

mientras la enfermedad de vivir

hay que curarla a diario

ya que mañana puede

no ser el día de salir o de-volver.

Somos locos que vivimos de memoria

más que de recuerdos intransitables:

La cordura es también parte

de nuestra alucinación;

Caminamos adelante

con la mirada atrás como anteayer

porque ya no pensamos

en la seriedad de esta vida

sino en el más allá

que está muy cerca de nosotros:

Tampoco nos atamos

al bien o al mal

que es uno solo

mirándonos

viendo qué hacemos con él

mientras él hace por nosotros

y además con nosotros.

A los cincuenta y nueve qué locura:

La demencia como la riqueza

están repartidas

en partes desiguales

sin necesidad de armonía.

El bienestar existe

menos que la pobreza.

Los seres humanos no

lo somos tanto

pero exigimos nuestra

cuota diaria de derechos humanos.

Nuestro cincuenta y nueve

va acercándose

cada vez más a un serio

revés con su derecho:

Con qué derecho o izquierdo

queremos arribar

a nuestro sesenta y nueve aniversario

si aún no sabemos que

fuimos bendecidos

desde nuestra niñez en pubertad.

Nuestro libre albedrío

en qué nos convirtió o convertirá.

Qué número de qué charada

será nuestro símbolo realmente.

Cuántos números nos sobrevendrán

porque esta realidad es una suma

de cifras incoherentes

y nosotros vamos por ningún lado

con números aparentes:

Personas que sobreviven dislocadas

en esta insuperable enfermedad

que es el vivir

saldando cuentas para nada

viviendo para sobremorir

pues al fin y al cabo no sabemos

la seriedad de morir como vivir:

Si fuimos subidos a bordo

por nosotros mismos

o somos aquellos que debemos bajar

sin haber sido aún bienvenidos

a la mitad de un mal

que es nuestro bien

sin viceversa.

En el más dislocado

naufragio de mi vida

sin barcos de papel que me conduzcan

al otro lado de mi sobrevida

estoy mirando que el delante

jamás me lleva al frente

pero hay que ser optimista

con la mirada atrás

–sin retroceso

ni para tomar impulso—

pues podemos caernos

sin haber llegado

al destino que creimos merecer.

A los cincuenta y nueve la ciudad

es más que un manicomio

con las puertas abiertas

en donde nadie entra o sale

si no cambia sus camisas de fuerza

porque la vida es una seria astucia

que hay que aprender a vivir

mientras maduramos

los huesos del alma

para levantarnos

o vencernos de la intimidación

pues al parecer los seres

humanos no estamos

preparados para merecer

esta cosa tan seria que es la vida

sin saber que puede

llegar a ser para nosotros

los inefables pecadores

de este ambulante manicomio

que dice ser una ciudad

cuando a menudo se transforma

en un implacable infierno terrenal

entre puertas abiertas

con el deficiente beneficio

de un desconocido purgatorio

o la inmerecida resurrección

que jamás nos convoca.

Miami, 27 de septiembre del 2018

José Antonio Gutiérrez Caballero.

LA RAMA FRESCA

(Primera Parte del poema 38 años antes)

I

A los veinte –parece cosa seria-

ya estoy asomando las narices

donde no me llaman

y sigo el rastro y el fruto

de este tiempo sigo

al árbol que se descubre

en cada amanecer de mi país

con sus avisos   equilibrando

la tierra que se inclina

para dejarnos pasar

con sueños arropados

de violencias y dulzuras.

A los veinte la primavera

detiene su mirada

para contemplarnos

y continuar el aroma de los parques

y la veo pasar vertiginosa

y no le digo nada y tira

globos de colores al aire

sonrisas y gorriones caen

como si un puñado de vidrios

vinieran a traernos la suerte

y la sombra y la esperanza

para estos breves compases de reloj

donde todo es terrible y exacto

y no sabemos

quién venga a buscarnos

o qué habremos de encontrar.

Primavera llega y se desnuda

anunciando que está de nuevo

entre nosotros y sonríe:

No la dejo escapar porque no sabe

cuánto la necesito

para abrirme paso en la palabra

fundir mis rayos al poema

durar como el relámpago:

Segundo y nada más.

II

A los veinte –parece cosa seria-

me veo antologado en hojas húmedas

de gustos y disgustos de la gente

acaparando el dolor de los demás

golpeando mi dolor con el de otros.

A los veinte mi vida

-pedazo de universo-

saca a diario matices:

Un satélite amando

y desamando:

Armando y desarmando como todos:

Pincel que pierde virtudes

y vuelve chamuscado el lienzo

sin dañarme la sombra

que peca de infeliz

porque el amor como el dolor

van dentro.

Cuando no estoy asombrado estoy ausente.

Ciudad de La Habana, Cuba,

27 de septiembre de 1979.

Del poemario ROMPECABEZAS,

escrito entre 1971-1979,

y aprobado para ser impreso en 1979,

por la Editorial Letras Cubanas,

en su colección Poesía,

cuya edición comenzó en 1984,

y terminó de imprimirse en junio de 1993.

Miami, 2 de octubre del 2018.

 

 

 

 

 

 

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