VISIÓN Y VIGENCIA MARTIANA EN “LA FUTURA ESCLAVITUD” DE CUBA, A TRAVÉS DE DOS ENFOQUES TAN OPUESTOS, COMO CONTROVERSIALES


Para cerrar el año 2010 con polémica de oro, traigo a colación un tema controversial, que cada día más tiene una gran vigencia en este hemisferio, sobre todo, para algunos países que aún continúan con el modelo “socialista”, cuando desde el siglo antepasado se establecieron las directrices de sus propias contradicciones como sistema, conjeturadas por muchos, a través de diferentes tendencias y posturas encontradas, según las sostenidas por el propio José Martí, en torno a los conceptos polares de Herbert Spencer y su teoría sobre la “futura esclavitud social”, que cada día más se convierte en espejo que nos refleja una problemática de pasmosa actualidad, aunque algunos vivos pretendan ocultarnos el sol con un dedo.

No sólo presentamos íntegramente el texto martiano “La Futura Esclavitud”, sino que lo conjugamos con una magnífica presentación de la periodista y filóloga Amelia Doval, quien realiza, en su artículo “¡Basta de Mentiras!”,  una estilización del concepto, sin profundizar en el mismo, pero para adentrarse en las  contradicciones del antimodelo social cubano, totalmente erróneo y con evidentes rezagos esclavistas y feudales, y enseguida nos adentramos en la monografía de Ramón Guerra Díaz, publicada en dos partes, por este licenciado en Historia, dentro del blog Monografías.com, dado su trabajo como museólogo especialista, en la Casa Natal de José Martí, reconocida institución cultural cubana, de modo que serán ustedes los que debatirán, junto a nosotros, las múltiples aristas del asunto, tanto en los comentarios, como en el foro, que espero pueda generarse al final de ambas lecturas.

¡BASTA DE MENTIRAS!

Publicado por la Lic. Amelia M. Doval.

Si los actuales gobernantes cubanos tuvieran la honradez de declarar sus errores, mentiras y opiniones arbitrarias, sobre la realidad que ha llevado al pueblo a un estadio máximo de deterioro, entonces tendrían que comenzar por reestructurar la imagen de José Martí de quien han abusado en su provecho. Descontextualizar sus escritos, ocultar los reales pensamientos y volver panfletarios sus discursos ha mermado el estado crediticio de sus valoraciones y el pueblo ha dejado de tenerle confianza a su lucha.

Un análisis real, ni siguiera profundo, de la obra de Marti dejaría en claro su inconformismo con una sociedad estatal y practicante de un paternalismo burlesco. En su artículo ´´ La futura esclavitud´´, hace un análisis de lo declarado por Spencer, un inglés opuesto al sentido socialista de la economía. Martí se declara a favor de buscar una forma de mejorar la vida del pobre pero, (…) si los pobres se habitúan ha pedirlo todo al Estado, cesaran a poco de hacer esfuerzo alguno por su subsistencia, a menos que no se les allane proporcionándole labores al estado(…)

Es categórica su acertada visualización porque sólo usarían este sistema los déspotas gobernantes en beneficio propio, con el único fin de crear una dependencia absoluta del pueblo a sus migajas, dejándo en clara posición quién es el amo. Como en el experimento de Pavlov, los animales que así consideran a su pueblo los que oprimen, reaccionan ante el eco de su voz y esperan recibir a cambio la miseria que supuestamente merecen por su mal comportamiento.

Analizar sicológicamente la acción y reacción de gobernantes y pueblos es desconcertante porque utilizan a su antojo todos los métodos posibles de depravación como via para desmoralizar y dominar. Sólo procurando mantenerse aislado y puro es que se podría evitar su manipulación.  Más adelante declara Martí: (…) teme Spencer, no sin fundamento, que al llegar a ser tan varia, activa y dominante la acción del Estado, habrá este de imponer considerables cargos a la parte de la nación trabajadora en provecho de la parte páupera.´´

Es cierto este criterio aunque vas más allá porque el verdadero sentido de esa miseria socialista colectiva es transformar a un pueblo activo y pensante en una manada de miserables preocupados únicamente por solucionar qué comer, reduciendo así la capacidad de pensar y actuar. Los Castros se han apoderado de un país y sus riquezas no para hacerlo positivamente desarrollado sino para mermar el intelecto y absorver como propias las ganacias, dejando vacias las arcas y enferma el alma. Hay quienes  se enriquecen por el camino de sus logros y otros  necesitan robar y amordazar brutalmente, cegando a sus víctimas.

En este caso han prevalecido los hermanos, azote y castigo, de un país que creyó en su máscara y sus guantes sin mirar las manos y el rostro que mentía y apretaba la garganta. Para que exista un mentiroso debe haber un público que aplauda y una palafernaria que sustente sus engaños y de eso sobra en Cuba.

Sería propio y justo que los demás pueblos detengan la mirada en el ejemplo del vecino y comprueben que sus dictadores afianzados o en vias de proclamarse han ideado un sistema eficaz, para sin esfuerzo, crear la gran fortuna que los transforman en hombres ricos y poderosos. Estos hombres no buscan beneficios ajenos sino ganancias propias  y sería suficiente una frase de Martí para entender que jamás estaría de su lado: ¡ Yerra pero consuela!que el que consuela, nunca yerra. ¿ ha encontrado usted en estos poderes, algún ejemplo que se aferre política o económicamente a esta idea? Le podría responder sin equivocación, jamás.

Lic. Amelia M. Doval

Miami, Fl

dovalamela@yahoo.com

Una disección del artículo “La futura esclavitud” de José Martí (I Parte)

Publicado el 21 de Agosto de 2010 por Ramón Guerra Díaz.

“La futura esclavitud” es un artículo de José Martí, publicado en abril de 1884, en la revista La América de Nueva York, el mismo es un agudo comentario del Apóstol acerca del ensayo homónimo escrito por el filósofo y sociólogo inglés Herbert Spencer.[1]

De forma minuciosa Martí desmonta el escrito para analizarlo párrafo a párrafo, en un ejercicio que denota cuánto le interesó. El tema central de este ensayo está enfocado en el estudio de las consecuencias de la aplicación de medidas de beneficio social para las clases humildes en la Inglaterra librecambista de fines del siglo XIX, en la que predominaba un clima de inquietudes , por las enormes desigualdades de la sociedad capitalista, que margina a buena parte de la población. 

Spencer hace fuertes críticas a los socialdemócratas ingleses porque con estas medidas, según su parecer, estimulan la vagancia, al sostener a una población sin recursos, y asegura, que tal proceder llevará a la formación de un estado, basado en un ejército de funcionarios, para controlar y distribuir aquellos beneficios, y por ende, frenando el libre desarrollo del capitalismo.

Los juicios de Martí son breves, pero esclarecedores, y a lo largo del artículo muestra más desacuerdos que acuerdos, con las ideas del inglés.

En su ensayo Spencer se pregunta, “¿por qué presentamos este cambio como esclavitud futura?[2] – su respuesta es clara- “todo socialismo implica esclavitud[3] , tal pregunta y su respuesta están dadas por las reformas que el Parlamento inglés, de esa época, había aprobado para mejorar las condiciones de vida de la población más pobre.

Esta herejía, según Spencer, contribuía a implantar la “esclavitud social”, porque la comunidad se apropia de parte de las ganancias de los capitalistas, para sostener estas reformas, y eso para él era “esclavitud”.

“Si, sin posible opción, ha de trabajar para la sociedad y recibe del fondo común una parte, en este caso llega a ser esclavo de la sociedad. La organización socialista necesita una esclavitud de esta clase, y hacia tal esclavitud nos están conduciendo muchas medidas recientes y aún más, otras por las que se aboga”[4]

El comentario de José Martí, desde sus inicios, sitúa su posición: “Esa futura esclavitud, que a manera de ciudadano griego, que contaba para poco con la gente baja, estudia Spencer, es el socialismo”[5]. Delimita la posición elitista del inglés, como en las polis griegas, donde poco cuenta el demos con la “gente baja”, y redondea su idea, al final del párrafo: “Quién no comulga en el altar de los hombres, es justamente desconocido por ellos”[6]

En el segundo párrafo, antes de entrar a explicar los argumentos de Spencer, de cómo el socialismo devendría en la “futura esclavitud”, Martí expone su criterio bien claro:

“¿Cómo vendrá a ser el socialismo, ni cómo éste ha de ser una nueva esclavitud? Juzga Spencer como victorias crecientes de la idea socialista, y concesiones débiles de los buscadores de popularidad, esa nobilísima tendencia, precisamente para hacer innecesario el socialismo, nacida de todos los pensadores generosos que ven como el justo descontento de las clases llanas les lleva a desear mejoras radicales y violentas, y no hallan más modo natural de curar el daño de raíz que quitar motivo al descontento. Pero esto ha de hacerse de manera que no se trueque el alivio de los pobres en fomento de los holgazanes; y a esto sí hay que encaminar las leyes que tratan del alivio, y no a dejar a la gente humilde con todas sus razones de revuelta.”[7]

El contestatario joven periodista cubano dedica el tercer párrafo de su artículo a exponer los argumentos de Spencer, para estar en contra de las medidas sociales que favorecen a los pobres, que él llama creadoras de holgazanes, culpándolos de su pobreza. En las líneas finales del párrafo está la opinión del Maestro: “(…) como si el loabilísimo y sensato deseo de dar a los pobres casa limpia, que sanea a la par el cuerpo y la mente, no hubiera nacido en los rangos mismos de la gente culta, sin la idea indigna de cortejar voluntades populares; y como si esa otra tentativa de dar los ferrocarriles al Estado no tuviera, con varios inconvenientes, altos fines moralizadores; tales como el de ir dando de baja los juegos corruptores de la bolsa, y no fuese alimentada en diversos países, a un mismo tiempo, entre gente que no andan por cierto en tabernas ni tugurios.”[8]

Estas conclusiones del Apóstol debieran bastarle a los tergiversadores de su pensamiento, para convencerlos en que su posición es junto a los “pobres de la tierra” y de apoyo a todo cuanto le beneficie.

En el cuarto párrafo sigue analizando los argumentos de Spencer, tratando el aspecto de la elevación de los impuestos, en la medida que se aumentan las prestaciones a los pobres, lo cual, según el analista inglés, era la causa de que los pobres vivan sin trabajar. 

El quinto párrafo le sirve a Spencer para introducir su tesis fundamental, el crecimiento de un estado burocrático y distribuidor de recursos para los más pobres, que crecerá constantemente hasta paralizar la iniciativa individual de la sociedad y con ella “esclavizar” a todos los ciudadanos. Martí comenta estos argumentos y plantea que el inglés tiene en parte razón “(…)pero esto viene de que se quieren legislar las formas del mal, y curarlo en sus manifestaciones; cuando en lo que hay que curarlo es en su base, la cual está en el enlodamiento, agusanamiento y podredumbre en que viven las gentes bajas de las grandes poblaciones, y de cuya miseria(…)pueden sin duda ayudar mucho a sacarles las casas limpias, artísticas, luminosas y aireadas que con razón se trata de dar a los trabajadores, por cuanto el espíritu humano tiene tendencia natural a la bondad y a la cultura, y en presencia de lo alto, se alza, y en la de lo limpio, se limpia. A más que, con dar casas baratas a los pobres, trátase sólo de darles habitaciones buenas por el mismo precio que hoy pagan por infectas casucas.”[9]

Notas al pie

[1] Este ensayo es uno de los cuatro trabajos recopilados y publicados, en 1883, bajo el título The man versus the State (El hombre contra el Estado), de Herbert Spencer (1820-1903)

[2] http:www.antorcha.net/biblioteca_virtual/derecho/spencer.html

[3] Ídem

[4] Ídem

[5] Obras Completas de José Martí. Tomo 15:288-292

[6] Ídem

[7] Ídem

[8] Ídem

[9] Ídem.

http://blogs.monografias.com/marti-otra-vision/2010/08/21/una-diseccion-del-articulo-%E2%80%9Cla-futura-esclavitud%E2%80%9D-de-jose-marti-i/

Una disección del artículo “La futura esclavitud” de José Martí (II Parte)

Publicado el 24 de Agosto de 2010 por Ramón Guerra Díaz.

A partir de la formulación de Spencer sobre la creación de un Estado cada vez más regulador y paternalista, que él compara con los estados autocráticos de los Incas peruanos y de la Galia romana, José Martí se detiene a detallar ampliamente los argumentos del inglés.

En este punto Martí parece compartir preocupaciones con el filósofo inglés y resume el sexto párrafo con un breve y lapidaria frase: “¡Mal va un pueblo de gente oficinista!”[1]

El controvertido séptimo párrafo, entresacado por muchos y contrapuesto con malicia al Estado Revolucionario Cubano, es un resumen de los temores de Spencer, y José Martí lo resume con mucho cuidado. Aunque no se aleja de la esencia del original, su objetividad parece advertirnos de la posibilidad de que estas cosas puedan ocurrir, y por ello algunos investigadores ven en este párrafo el criterio martiano. Para que pueda opinar el lector le transcribo íntegro el párrafo:

“Todo el poder que iría adquiriendo la casta de funcionarios, ligados por la necesidad de mantenerse en una ocupación privilegiada y pingüe, o irla perdiendo el pueblo, que no tiene las mismas razones de complicidad un esperanzas y provechos, para hacer frente a los funcionarios enlazados por intereses comunes. Como todas las necesidades públicas vendrían a ser satisfechas por el Estado, adquirirían los funcionarios entonces la influencia enorme que naturalmente viene a los que distribuyen algún derecho o beneficio. El hombre que quiere ahora que el Estado cuide de él para no tener que cuidar él de sí, tendría que trabajar entonces en la Rendida, por el tiempo y en la labor que pluguiese al Estado asignarle, puesto que a éste, sobre quien caerían todos los deberes, se darían naturalmente todas las facultades necesarias para recabar los medios de cumplir aquellos. De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre él; y en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo. Y como los funcionarios son seres humanos, y por tanto abusadores, soberbios y ambiciosos, y en esa organización tendrían gran poder, apoyados por todos los que aprovechasen o esperasen aprovechar de los abusos, y por a aquellas fuerzas viles que siempre compra entre los oprimidos el terror, prestigio o habilidad de los que mandan, este sistema de distribución oficial del trabajo común llegaría a sufrir en poco tiempo de los quebrantos, violencias, hurtos y tergiversaciones que el espíritu de individualidad, la autoridad y osadía del genio, y las astucias del vicio originan pronta y fatalmente en toda organización humana. “De mala humanidad-dice Spencer–no pueden hacerse buenas instituciones.” La miseria pública será, pues: con semejante socialismo, a que todo parece tender en Inglaterra, palpable y grande. El funcionarismo autocrático abusará de la plebe cansada y trabajadora. Lamentable será, y general, la servidumbre.”[2]

El último párrafo de “La Futura Esclavitud” es un esperanzador llamado de José Martí a los poderosos que representa Spencer, una toma de posición que hace a José Martí más nuestro, por sus principios éticos, su apego a la justicia social y su innegable toma de posición al lado de los oprimidos:

“Y en todo este estudio apunta Herbert Spencer las consecuencias posibles de la acumulación de funciones en el Estado, que vendrían a dar en esa dolorosa y menguada esclavitud; pero no señala con igual energía, al echar en cara a los páuperos su abandono e ignominia, los modos naturales de equilibrar la riqueza pública dividida con tal inhumanidad en Inglaterra, que ha de mantener naturalmente en ira, desconsuelo y desesperación a seres humanos que se roen los puños de hambre en las mismas calles por donde pasean hoscos y erguidos otros seres humanos que con las rentas de un año de sus propiedades pueden cubrir a toda Inglaterra de guineas.

Nosotros diríamos a la política: ¡Yerra, pero consuela! Que el que consuela, nunca yerra.”[3]

Notas al pie

[1] Obras Completas de José Martí. Tomo 15:288-292

[2] Ídem

[3] Ídem.

Igual que quien desarrolló ambas partes de la monografía anterior, y dada la polémica del asunto: “Creo necesario para el seguidor de este blog, que incluya íntegro el artículo de José Martí, aunque me pase un poco de la extensión acostumbrada en mis entradas de blog.”

LA FUTURA ESCLAVITUD

Tendencia al socialismo de los gobiernos actuales.-La acción excesiva del Estado.-Habitaciones para los pobres.-La racionalización de la tierra.-El funcionarismo.

Publicado por José Martí, en abril de 1884, en la Revista La América, de Nueva York.

La Futura Esclavitud se llama este tratado de Herbert Spencer. Esa futura esclavitud, que a manera de ciudadano griego que contaba para poco con la gente baja, estudia Spencer, es el socialismo. Todavía se conserva empinada y como en ropas de lord la literatura inglesa; y este desdén y señorío, que le dan originalidad y carácter, la privan, en cambio, de aquella más deseable influencia universal a que por la profundidad de su pensamiento y melodiosa forma tuviera derecho. Quien no comulga en el altar de los hombres, es justamente desconocido por ellos.

¿Cómo vendrá a ser el socialismo, ni cómo éste ha de ser una nueva esclavitud? Juzga Spencer como victorias crecientes de la idea socialista, y concesiones débiles de los buscadores de popularidad, esa nobilísima tendencia, precisamente para hacer innecesario el socialismo, nacida de todos los pensadores generosos que ven como el justo descontento de las clases llanas les lleva a desear mejoras radicales y violentas, y no hallan más modo natural de curar el daño de raíz que quitar motivo al descontento. Pero esto ha de hacerse de manera que no se trueque el alivio de los pobres en fomento de los holgazanes; y a esto sí hay que encaminar las leyes que tratan del alivio, y no a dejar a la gente humilde con todas sus razones de revuelta.

So pretexto de socorrer a los pobres-dice Spencer,-sácanse tantos tributos, que se convierte en pobres a los que no lo son. La ley que estableció el socorro de los pobres por parroquias hizo mayor el número de pobres. La ley que creó cierta prima a las madres de hijos ilegítimos, fue causa de que los hombres prefiriesen para esposas estas mujeres a las jóvenes honestas, porque aquéllas les traían la prima en dote. Si los pobres se habitúan a pedirlo todo al Estado, cesaran a poco de hacer esfuerzo alguno por su subsistencia, a menos que no se los allane proporcionándoles labores el Estado. Ya se auxilia a los pobres en mil formas. Ahora se quiere que el gobierno les construya edificios. Se pide que así como el gobierno posee el telégrafo y el correo, posea los ferrocarriles. El día en que el Estado se haga constructor, cree Spencer que, como que los edificadores sacarán menos provecho de las casas, no fabricarán, y vendrá a ser el fabricante único el Estado; el cual argumento, aunque viene de arguyente formidable, no se tiene bien sobre sus pies. Y el día en que se convierta el Estado en dueño de los ferrocarriles, usurpará todas las industrias relacionadas con éstos, y se entrará a rivalizar con toda la muchedumbre diversa de industriales; el cual raciocinio, no menos que el otro, tambalea, porque las empresas de ferrocarriles son pocas y muy contadas, que por sí mismas elaboran los materiales que usan. Y todas esas intervenciones del Estado las juzga Herbert Spencer como causadas por la marea que sube, e impuestas por la gentualla que las pide, como si el loabilísimo y sensato deseo de dar a los pobres casa limpia, que sanea a la par el cuerpo y la mente, no hubiera nacido en los rangos mismos de la gente culta, sin la idea indigna de cortejar voluntades populares; y como si esa otra tentativa de dar los ferrocarriles al Estado no tuviera, con varios inconvenientes, altos fines moralizadores; tales como el de ir dando de baja los juegos corruptores de la bolsa, y no fuese alimentada en diversos países, a un mismo tiempo, entre gente que no andan por cierto en tabernas ni tugurios.

Teme Spencer, no sin fundamento, que al llegar a ser tan varia, activa y dominante la acción del Estado, habría este de imponer considerables cargas a la parte de la nación trabajadora en provecho de la parte páupera. Y es verdad que sí llegare la benevolencia a tal punto que los páuperos no necesitasen trabajar para vivir-a lo cual jamás podrán llegar,-se iría debilitando la acción individual, y gravando la condición de los tenedores de alguna riqueza, sin bastar por eso a acallar las necesidades y apetitos de los que no la tienen. Teme además el cúmulo de leyes adicionales, y cada vez más extensas, que la regulación de las leyes anteriores de páuperos causa; pero esto viene de que se quieren legislar las formas del mal, y curarlo en sus manifestaciones; cuando en lo que hay que curarlo es en su base, la cual está en el enlodamiento, agusanamiento y podredumbre en que viven las gentes bajas de las grandes poblaciones, y de cuya miseria -con costo que no alejaría por cierto del mercado a constructores de casas de más rico estilo, y sin los riesgos que Spencer exagera -pueden sin duda ayudar mucho a sacarles las casas limpias, artísticas, luminosas y aireadas que con razón se trata de dar a los trabajadores, por cuanto el espíritu humano tiene tendencia natural a Ia bondad y a la cultura, y en presencia de lo alto, se alza, y en la de lo limpio, se limpia. A más que, con dar casas baratas a los pobres, trátase sólo de darles habitaciones buenas por el mismo precio que hoy pagan por infectas casucas.

Puesto sobre estas bases fijas, a que dan en la política inglesa cierta mayor solidez las demandas exageradas de los radicales y de la Federación Democrática, construye Spencer el edificio venidero, de veras tenebroso, y semejante al de los peruanos antes de la conquista y al de la Galia cuando la decadencia de Roma, en cuyas épocas todo lo recibía el ciudadano del Estado, en compensación del trabajo que para el Estado hacía el ciudadano.

Henry George anda predicando la justicia de que la tierra pase a ser propiedad de la nación; y la Federación Democrática anhela la formación de “ejércitos industriales y agrícolas conducidos por el Estado”. Gravando con más cargas, para atender a las nuevas demandas, las tierras de poco rendimiento, vendrá a ser nulo el de éstas, y a tener menos frutos la nación, a quien en definitiva todo viene de la tierra, y a necesitarse que el Estado organice el cultivo forzoso. Semejantes empresas aumentarían de terrible manera la cantidad de empleados públicos, ya excesiva. Con cada nueva función vendría una casta nueva de funcionarios. Ya en Inglaterra, como en casi todas partes, se gusta demasiado en ocupar puestos públicos, tenidos como más distinguidos que cualesquiera otro y en los cuales se logra remuneración amplia y cierta por un trabajo relativamente escaso: con lo cual claro está que el nervio nacional se pierde. ¡Mal va un pueblo de gente oficinista!

Todo el poder que iría adquiriendo la casta de funcionarios, ligados por la necesidad de mantenerse en una ocupación privilegiada y pingüe, o irla perdiendo el pueblo, que no tiene las mismas razones de complicidad un esperanzas y provechos, para hacer frente a los funcionarios enlazados por intereses comunes. Como todas las necesidades públicas vendrían a ser satisfechas por el Estado, adquirirían los funcionarios entonces la influencia enorme que naturalmente viene a los que distribuyen algún derecho o beneficio. El hombre que quiere ahora que el Estado cuide de él para no tener que cuidar él de sí, tendría que trabajar entonces en la Rendida, por el tiempo y en la labor que pluguiese al Estado asignarle, puesto que a éste, sobre quien caerían todos los deberes, se darían naturalmente todas las facultades necesarias para recabar los medios de cumplir aquellos. De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre el; y en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo. Y como los funcionarios son seres humanos, y por tanto abusadores, soberbios y ambiciosos, y en esa organización tendrían gran poder, apoyados por todos los que aprovechasen o esperasen aprovechar de los abusos, y por a aquellas fuerzas viles que siempre compra entre los oprimidos el terror, prestigio o habilidad de los que mandan, este sistema de distribución oficial del trabajo común llegaría a sufrir en poco tiempo de los quebrantos, violencias, hurtos y tergiversaciones que el espíritu de individualidad, la autoridad y osadía del genio, y las astucias del vicio originan pronta y fatalmente en toda organización humana. “De mala humanidad-dice Spencer–no pueden hacerse buenas instituciones.” La miseria pública será, pues: con semejante socialismo, a que todo parece tender en Inglaterra, palpable y grande. El funcionarismo autocrático abusará de la plebe cansada y trabajadora. Lamentable será, y general, la servidumbre.

Y en todo este estudio apunta Herbert Spencer las consecuencias posibles de la acumulación de funciones en el Estado, que vendrían a dar en esa dolorosa y menguada esclavitud; pero no señala con igual energía, al echar en cara a los páuperos su abandono e ignominia, los modos naturales de equilibrar la riqueza pública dividida con tal inhumanidad en Inglaterra, que ha de mantener naturalmente en ira, desconsuelo y desesperación a seres humanos que se roen los puños de hambre en las mismas calles por donde pasean hoscos y erguidos otros seres humanos que con las rentas de un año de sus propiedades pueden cubrir a toda Inglaterra de guineas.

Nosotros diríamos a la política: ¡Yerra, pero consuela! Que el que consuela, nunca yerra.

http://blogs.monografias.com/marti-otra-vision/2010/08/24/una-diseccion-del-articulo-%e2%80%9cla-futura-esclavitud%e2%80%9d-de-jose-marti-ii/

Herbert Spencer para Wikipedia, Enciclopedia Libre

Herbert Spencer (Derby, 27 de abril de 1820Brighton, 8 de diciembre de 1903) fue un naturalista, filósofo, psicólogo y sociólogo británico. Fue fundador del Darwinismo social en Gran Bretaña y uno de los más ilustres positivistas de su país. Ingeniero civil y de formación autodidacta, se interesó tanto por la ciencia como por las letras.

Desde el punto de vista sociológico cabe considerarle como el primer autor que utilizó de forma sistemática los conceptos de estructura y función. Por otra parte, concibió la sociología como un instrumento dinámico al servicio de la reforma social. Dedicó su vida a elaborar su sistema de filosofía evolucionista, en la que considera la evolución natural como clave de toda la realidad, a partir de cuya ley mecánicomaterialista cabe explicar cualquier nivel progresivo: la materia, lo biológico, lo psíquico, lo social, etc.

En sus lecturas conoció la teoría de la evolución expuesta a finales del siglo XVIII por el naturalista Charles Darwin. Su teoría fundacional para la biología moderna sostenía que los organismos biológicos evolucionan adquiriendo nuevos rasgos por adaptación al medio ambiente que se hacen hereditarios. Las teorías de Lamarck sobre la evolución influyeron profundamente en la obra de Spencer.

Para Spencer nada, incluidas las tendencias humanitarias, debe interferir con las «leyes naturales», que implican que el «más apto» es quien sobrevive y los demás perecen. Sin embargo, y a pesar del nombre de sus ideas, Spencer no aceptaba la teoría de Darwin, proponiendo una versión del lamarquismo, de acuerdo a la cual los «órganos» se desarrollan por su uso (o degeneran dado la falta de uso) y esos cambios se transmiten de una generación a otra. Para Spencer, la sociedad es también un organismo, evolucionando hacia formas más complejas de acuerdo a la «ley de la vida», es decir, de acuerdo al principio de la sobrevivencia del más fuerte, tanto a nivel individual como de sociedades. Consecuentemente, Spencer se oponía —radicalmente— a todas las manifestaciones de «socialismo», tales como la educación publica generalizada u obligatoria, bibliotecas publicas, leyes de seguridad industrial, y, en general, a toda legislación o proyecto social.

Aplicó la teoría de la evolución a las manifestaciones del espíritu y a los problemas sociales, entre ellos el de la educación, con su obra Educación: intelectual, moral, física. Su doctrina quedó principalmente expuesta en su Sistema de filosofía sintética (11 volúmenes). De su extensa bibliografía, cabe mencionar: La estática social (1850), Principios de psicología (1855), Primeros principios (1862), Principios de biología (1864), La clasificación de las ciencias (1864), La sociología descriptiva (1873), Principios de sociología (1877-1896) y El individuo contra el Estado (1884). Políticamente, desde la década de 1880 ingresó en la Liberty and Property Defence League, la cual en buena parte estaba influenciada por sus ideas.

Varios autores criticaron el a veces extremado realismo de Spencer (por sus semejanzas con el mecanicismo); entre ellos destacó el filósofo y psicólogo escocés Alexander Bain. A pesar de que Spencer no logró crear escuela, su ambicioso intento de sistematizar todo el conocimiento dentro del marco de la ciencia moderna y especialmente en términos de la evolución, le ha hecho merecedor de figurar entre los principales pensadores de finales del siglo XIX.

http://es.wikipedia.org/wiki/Herbert_Spencer.

Herbert Spencer para la historia

Filósofo inglés, la más destacada figura del evolucionismo filosófico. Fue el primogénito y el único superviviente de los seis hijos de William George y Harriet Holms. De salud precaria, poseyó, en cambio, una mente lúcida, una voluntad tenaz y un espíritu intolerable en cuanto a autoridad y dogmas. Recibió la formación de su padre y su tío -ambos maestros-, y, en particular, de sus experiencias y lecturas personales. Cuando joven, no quiso frecuentar la Universidad, y ya anciano y famoso, rechazó siempre los numerosos honores y nombramientos que las instituciones docentes y académicas intentaron ofrecerle.

Situado entre el metodismo de su madre y las simpatías de su padre hacia los cuáqueros, se manifestó independiente; y así, permaneció ajeno a vínculos políticos y profesionales, y ni tan sólo quiso doblegarse al del matrimonio. Llegó incluso a considerar la cultura como posible limitación de la libertad; a causa de ello no leyó mucho, ni aun textos filosóficos (no parece haber conocido muy profundamente a Kant). No por esto era misántropo, antes al contrario: amó la conversación, frecuentó las tertulias y el teatro y tuvo muchos amigos, entre los cuales figuraron Mill, Huxley, Tyndall y George Eliot.

Adversario del imperialismo en política y del socialismo en sociología, cuando participó en aquélla -como ocurrió en 1842- lo hizo en sentido democrático. Su formación resultó esencialmente científica y técnica; sintió afición a los experimentos y a las colecciones. Se desinteresó, sin embargo, de las lenguas y particularmente del mundo clásico, griego y latino. Ajeno por completo a los valores artísticos, no vacilaba, sin embargo, en juzgar acerca de ellos, ingenuamente seguro de sí mismo, rasgo que en él fue algo congénito; de ahí sus pasmosas apreciaciones sobre Rafael, Wagner, Homero, Platón.

La mente de Spencer, exclusivamente lógica y racional, sólo hallaba satisfacción plena en las elaboraciones sistemáticas. El primer texto de interés general de nuestro autor es un conjunto de cartas escritas para The Nonconformist sobre el problema de los límites de la autoridad estatal, Letters on the Proper Sphere of Government (1842). En 1844 estuvo empleado un mes en la redacción de The Pilot, de Manchester, y se ocupó, por primera vez en serio, de metafísica y psicología después de leer el Sistema de lógica de Mill y la parte inicial de la Crítica de la razón pura de Kant. Entre 1844 y 1846 actuó de vez en cuando como ingeniero ferroviario.

En 1848 ingresó en la redacción de The Economist; tal circunstancia marcó el fin de su labor en la ingeniería y el principio de su actividad de escritor y filósofo. Por entonces había publicado ya diversos panfletos en los que propugnaba una limitación radical de la esfera de intervención del Estado en la sociedad, a partir de una interpretación individualista del evolucionismo. Sus teorías se hallan en la base del posterior darwinismo social, al afirmar que el Estado debe proteger la libre acción de la selección natural en la sociedad, como fuente de progreso. En 1850 apareció la Estática social, obra que despertó cierto interés y orientó decisivamente a su autor hacia la vocación filosófica.

En 1853 abandonó su trabajo en The Economist y renunció a cualquier otro empeño para dedicarse exclusivamente a la elaboración de su sistema de filosofía sintética; sentía, en efecto, como misión propia, establecer una interpretación racionalmente sistemática del mundo, apoyada en una base científica, y dio una muestra de ello en los Principios de psicología -texto que apareció en 1855 sin despertar demasiado interés- y, en 1859, el esbozo general en un prospecto.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/spencer.htm

El blog está servido para que comience el debate, así que con los numerosos elementos incluidos en el asunto, quien quiera puede arrancar, pues este debate es para que lo armemos todos, aunque duremos el fin y el año nuevo, con los platos alrededor del escritorio, o la computadora encima de la mesa familiar. Ni siquiera eso cuenta. Espero junto a ustedes, con mi vaso y teclado dispuesto, frente a la pantalla del blog. A ver, quién empieza…

José Antonio Gutiérrez Caballero

Miami, 29 de diciembre del 2010.

7 respuestas to “VISIÓN Y VIGENCIA MARTIANA EN “LA FUTURA ESCLAVITUD” DE CUBA, A TRAVÉS DE DOS ENFOQUES TAN OPUESTOS, COMO CONTROVERSIALES”

  1. Información Bitacoras.com…

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  2. amelia m doval Says:

    Propagar artículos como éstos ayudan a desarrollar un sentido crítico y a pensar sobre por qué se habla de manipulación de la información en Cuba. El mundo necesita entender que Martí, el gran pensador, no es el Martí que se manipula. Los Cubanos, cegados por el diario existir, no ven más allá de la realidad, y cuando miran deciden huir.
    Fidel y Martí no son lo mismo, en estos tiempos quizás serían antagónicos.

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  3. […] No sólo presentamos íntegramente el texto martiano “La Futura Esclavitud”, sino que lo conjugamos con una magnífica presentación de la periodista y filóloga Amelia Doval, quien realiza, en su artículo “¡Basta de Mentiras!”, una estilización del concepto, sin profundizar en el mismo, pero para adentrarse en las contradicciones del antimodelo social cubano, totalmente erróneo y con evidentes rezagos esclavistas y feudales, y enseguida nos adentramos en la monografía de Ramón Guerra Díaz, publicada en dos partes, por este licenciado en Historia, dentro del blog Monografías.com, dado su trabajo como museólogo especialista, en la Casa Natal de José Martí, reconocida institución cultural cubana, de modo que serán ustedes los que debatirán, junto a nosotros, las múltiples aristas del asunto, tanto en los comentarios, como en el foro, que espero pueda generarse al final de ambas lecturas… Leer más… […]

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  4. graciela iglesias caballero Says:

    ES BIEN INTERESANTE TODO ESTE TRABAJO. HAY MUY POCAS PERSONAS CONOCEDORAS DE TODOS LOS ESCRITOS, CORRESPONDIENTES A MARTÍ, QUE NO SE PONEN A LA PRÁCTICA. COMO BIEN DIJERA NUESTRO ILUSTRE JOSÉ MARTí, «SER CULTOs, PARA SER LIBRES»…GRACIAS.

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  5. […] Articulos Actualizados : VISIÓN Y VIGENCIA MARTIANA EN “LA FUTURA ESCLAVITUD” DE CUBA, A TRAVÉS DE DOS … […]

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  6. Humberto Suarez Says:

    Me parece un blog ameno y grandioso, sobre todo porque encontramos trabajos tan completos como este, Josan, en el que usted desarrolla un estudio monografico del asunto, buscando que todos participemos y salgamos instruidos en grado superlativo. Este asunto de la esclavitud futura tiene tanta vigencia, que muchas personas debian leerlo y pasarlo a sus amistades, porque asqui el gobierno cubano sale mal parado, y es interesante que Marti ya lo habia dicho en el siglo XIX, que tal…tremendo cerebro era el Apostol.

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  7. No encuentro el Feed.

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